Trump cambia la línea ideológica del partido Republicano

En poco menos de una semana, las primarias republicanas celebrarán el día más importante del ciclo electoral: el Super Tuesday (“Supermartes”). El 5 de marzo de 2024, los votantes de 15 estados y un territorio de EE.UU. irán a las urnas, marcando el día en el que se asigna más de un tercio de los delegados electorales en la batalla para decidir entre los candidatos a representar al Partido Republicano en las elecciones presidenciales pautadas el 5 de de noviembre de 2024.


El Super Tuesday tiende a ser un día esencial. En la carrera republicana, se votará para asignar 874 delegados de un total de 2.429, en los estados de Alabama, Alaska, Arkansas, California, Colorado, Maine, Massachusetts, Minnesota, Carolina del Norte, Oklahoma, Tennessee, Texas, Utah, Vermont, Virginia y en el territorio no incorporado, Samoa Americana.

 
Si bien el peso electoral de este día marca una tendencia entre los votantes del partido, no obstante, este año la elección parece ya estar definida. 


En las elecciones primarias de New Hampshire, el número de oponentes al expresidente Donald J. Trump, se redujo a una persona, la exgobernadora de Carolina del Sur y exembajadora ante las Naciones Unidas, Nikki Haley. 


El pasado sábado 24 de febrero, Trump aseguró una victoria decisiva sobre Nikki Haley en las primarias republicanas de Carolina del Sur el pasado sábado. El resultado no solo asestó un duro golpe a las perspectivas de Haley, quien fue gobernadora del estado, sino que disminuyó, de estrecha a inimaginable, su aspiración presidencial. 


En New Hampshire, la elección previa a la de Carolina del Sur, donde Haley tenía un buen prospecto, alcanzó el 43% de los votos, no obstante, este número refleja a los votantes independientes. Entre los republicanos de New Hampshire, los sondeos a pie de urna revelaron que Trump llevaba la delantera con un 74%, frente al 25% de Haley.


Tras casi seis semanas de primarias que han abarcado diversos ámbitos geográficos, demográficos e ideológicos, Donald Trump ha salido victorioso en todas y cada una de las competiciones celebradas hasta ahora, con un amplio margen. 


A pesar de enfrentarse a un asombroso abanico de desafíos, entre los que se incluyen 91 cargos penales que van desde acusaciones de haber pagado dinero por su silencio a una estrella pornográfica, hasta el manejo indebido de material clasificado, pasando por el intento de anular las elecciones de 2020, Donald Trump ha tomado el control del Partido Republicano.


Trump convierte 91 cargos penales en ventaja de campaña


Cuando Donald Trump lanzó su candidatura presidencial 2024, no lo hizo con un enorme respaldo. Hubo un notable desinterés entre los legisladores por asistir a su acto inaugural en muestra de respaldo, y otros candidatos, como Ron DeSantis, se sumaban a la contienda, abriendo las posibilidades a la nominación republicana.


En los inicios de su campaña, también hubo otros retos. Sus principales asesores se encontraban testificando por el asalto al capitolio del 6 de enero de 2021 y su organización tuvo que lidiar con unas facturas legales cada vez mayores con los numerosos frentes legales que se abrieron en  los estados de Nueva York, Georgia y Florida. 


Sin embargo, Trump logró transformar rápidamente la narrativa sobre las acusaciones ante los votantes del partido republicano, suscitando una enorme empatía en un electorado que desestima las bases legales de los juicios que enfrenta el expresidente.


Por su lado, los representantes del Partido Republicano podrían haber optado por distanciarse de Trump, pero en lugar de pedirle la suspensión de su campaña, los republicanos respondieron con indignación, señalando a los demócratas como autores intelectuales de las investigaciones y juicios contra el expresidente. 


Trump se posicionó como víctima de un sistema de justicia penal politizado, alegando esfuerzos para socavar sus posibilidades de reelección. 


Casi al instante, los republicanos salieron en su defensa. Cuando Trump fue acusado en Georgia y se convirtió en el primer expresidente en ser fotografiado en la ficha policial, la campaña recaudó ese día la cifra récord de 4,18 millones de dólares.


A diferencia de la campaña de 2016, su operación política ha hecho gala de un mayor profesionalismo, con coordinación de voluntarios en cada primaria, que le ha permitido ir sumando apoyos ante una campaña que con el pasar del tiempo se vio cada vez más indetenible. 


La estrategia de Trump ha sido evidente desde el principio. Al posicionarse como favorito, se rehusó a participar en debates presidenciales. Dicha táctica tuvo un doble efecto a su favor: redujo el interés de los telespectadores, disminuyendo el impacto mediático de sus contendores, y evitó recibir ataques de sus rivales, quienes sólo pudieron pelearse entre ellos. En sus eventos de campaña, se centró principalmente en atacar a Joe Biden y al Partido Demócrata, criticando su gestión de la economía, la inmigración, la frontera y los conflictos geopolíticos en Europa y Oriente Próximo. 


De este modo, logró resonar con eficacia en una base del Partido Republicano, que desde el ascenso de Trump, se ha desplazado más hacia la derecha, desviándose del posicionamiento más centrista que mantuvo en el siglo XX. 


Un giro ideológico del partido republicano


El fracaso de las aspiraciones presidenciales de Haley refleja el declive del ala conservadora tradicional del Partido Republicano, asociada al liderazgo de Ronald Reagan. Haley, conocida por su postura internacionalista, aboga apasionadamente por una asistencia militar continua a Ucrania, posición que choca con la postura de “America First” (Primero América) de Donald Trump, quien aboga por el aislacionismo de Estados Unidos tanto en su economía como en su participación en los eventos geopolíticos que marcan la agenda internacional.

  
El Partido Republicano contemporáneo bajo Donald Trump diverge marcadamente del partido liderado por George W. Bush hace apenas dos décadas. Atrás queda el marco de política exterior que autoposicionaba a Estados Unidos como guardián de la libertad y la democracia. 


Los incendiarios comentarios de Trump, que desestiman la postura histórica de Estados Unidos como líder de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) y alientan la agresión rusa contra los aliados de la OTAN, no alarman a su partido; por el contrario, sus prosélitos se muestran cada vez más reacios a alinearse con opiniones divergentes de las suyas.


La doctrina del «América First» de Donald Trump, está caracterizada por una reticencia a comprometerse con los aliados tradicionales, y en la economía aboga por el proteccionismo. Incentiva la desvinculación, pero no acepta la pérdida de poder que ésta conlleva. 


El espíritu de libre comercio de la era Bush, que vio la negociación de acuerdos comerciales con 13 nuevos países y tarifas arancelarias mínimas, se enfrenta ahora a la presión de Trump a favor de un arancel general del 10% sobre todas las importaciones.


El ascenso de Trump ha marcado una transformación del partido, que bajo la imagen de un líder fuerte y carismático, se distancia de lo que fue, dejando a políticos como Nikki Haley, el líder de la bancada republicana en el Senado, Mitch McConnell y otros referentes, con menos poder dentro del partido. 

 
Tras imponerse en las primeras contiendas por la nominación de 2024 y disfrutar de una considerable ventaja en las encuestas en los estados programados para el Super Tuesday, Trump está al borde de alcanzar la nominación con un margen que indica la solidificación del giro ideológico que el partido inició en 2016 cuando lo eligió por primera vez.


FLAVIANA SANDOVAL

PRODAVINCI

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