Cuando Cantinflas vino a Maracaibo


El animador y comediante venezolano Amador Bendayán, Mario Moreno (Cantinflas) y el cantante Alfredo Sadel, también venezolano


Texto: Nayib Canaán

Contamos el relato de una zuliana que bailó con él hace 68 años. El humorista mexicano vino a la ciudad en tres ocasiones. La primera vez fue en 1943.

“Lo recuerdo como si fuera ayer. En mi mente transitan muchas imágenes que van y vienen, despertando nostalgia. Fue en marzo de 1943 cuando vi al mismísimo ‘Cantinflas’ en Maracaibo.

Yo tenía 15 años... trabajaba con mi tío Pedro, quien era el dueño de varios cines y teatros de la ciudad. Era la taquillera del teatro Principal. Sabía que Mario estaría en el Zulia, pero no me imaginé que él iba a mi lugar de trabajo. A mediodía escuché el rumor de que, efectivamente, Cantinflas estaría en el teatro. ¡No lo podía creer! Corrí a preguntar y, efectivamente, me confirmaron que estaría dando un show especial en la noche”, es lo primero que cuenta la zuliana Hada Morales sobre la primera visita del comediante azteca a Maracaibo.

Ella tuvo el privilegio de compartir con el exitoso comediante que hoy estaría cumpliendo 100 años de vida. Aquella visita revolucionó la ciudad. El aeropuerto de Grano de Oro se convirtió en una especie feria popular. “Todos fueron a recibirlo. No cabía un alma más”, recuerdan los historiadores.




“Cantinflas” era la estrella del momento en el cine latinoamericano y donde llegaba causaba estragos. “Fue un desastre hasta para entrar al teatro. Maracaibo se paralizó. Era la locura. Parecía una procesión del ‘montonero’ de gente que había”, prosigue Morales en su relato.

“Para poder verlo cerquita, mi prima y yo, vivimos una odisea. Mi tío era muy celoso con sus cosas y no quería que nos involucráramos con los artistas que traía. Sin embargo, como pude me colé y después de vender todos los boletos me metí por la parte de atrás. La emoción de ver a Cantinflas me tenía el corazón acelerado.

Hablé con él afuera del escenario. Grité su nombre y de inmediato volteó. Me respondió en tono maracucho: ‘¿Cómo estai?’ Conversamos y nos pareció una persona muy decente, muy correcta, muy amable... agradable. De todo hacía un chiste y eso lo hacía encantador.



Todos los que estuvimos ahí reímos a carcajadas. Las ocurrencias eran las mismas de sus películas”, prosigue Morales.

Cantinflas no Vino a promocionar ningún filme. Hizo una pequeña gira que incluía una presentación en el estadio del Lago y Caracas , donde participó en un programa.

“Su espectáculo, pautado para las 8:00 de la noche, duró una hora. Bailó e hizo gracias con su típico humor. Empezaba hablando una cosa y terminaba con otra. Bailaba, brincaba, recuerdo que fue muy inquieto. En medio del alboroto, él hizo unos pasos de baile y le dije: “Yo sé bailar eso”. Fue ahí cuando me invitó a subir a la tarima y bailamos. Me agarró la mano y dimos unas vueltas. Estaba muy emocionada. ¡Imagínate! Era Cantinflas.




Cumplí un verdadero sueño y me hice fanática de su carrera. Me gustan todas sus actuaciones, Cantinflas fue un personaje popular que aportó mucho a la televisión y el cine hispano. Era como loquito, todas sus expresiones daban risas. El público lo adoraba, lo aplaudía desesperadamente. Como él nunca más volví a ver otra estrella”, dice Hada Morales.

Por su parte, el historiador zuliano Julio Portillo refiere que el artista mexicano se hospedó en el hotel Victoria, en pleno centro de Maracaibo, y que hasta fue de compras por los alrededores.

“Él se midió un traje en la sastrería de Carlos Espina (en el centro) y recorrió brevemente la plaza Baralt”, manifiesta Portillo a PANORAMA.

Mario Moreno Cantinflas prometió volver a Maracaibo y lo hizo 14 años después. En agosto de 1957 vino invitado por el doctor Pedro Iturbe, director del hospital Antituberculoso y la industria Pampero. Participó en festivales a beneficio de dos instituciones y cantó con el artista zuliano Armando Molero el domingo 30 de junio de ese año.

A pesar de que su tarifa era una de las más elevadas de la época: 10 mil dólares por presentación, el protagonista de “El barrendero” no cobró nada por los shows.






En 1969 Cantinflas hizo su último viaje a Maracaibo. El 4 de diciembre se trasladó a la ciudad para estrenar la película Un Quijote sin mancha, acompañado de la actriz zuliana Lupita Ferrer en el Teatro Baralt. Las entradas costaban tres bolívares, cinco veces más de lo que valía un boleto regular.

Los cronistas cuentan que la llegada del actor al teatro fue un suceso. Lo abordaron admiradores antes de entrar a la función. Ese día durmió en el hotel del Lago y al despertar se fue a México llevándose su humor, pero dejando toda su luz.

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