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Mostrando entradas de junio 13, 2014

El paréntesis del fútbol

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Cada cuatro años el mundo abre un tiempo a la fantasía. Es la Copa del Mundo. El fútbol no ha sido siempre un ritual inocuo. Puede precipitar una guerra en toda forma, como la de Honduras y El Salvador en 1969. Puede provocar brotes repugnantes de chovinismo y racismo (como ocurre, con frecuencia preocupante, en los estadios europeos). Puede servir como cortina de humo, como ocurrió en Argentina, en 1978, cuando los generales, aprovechando la euforia del triunfo, acrecentaron su política genocida. Puede alentar espejismos ridículos sobre el destino de una nación encomendado a 11 muchachos persiguiendo un balón ("Por qué no le dan una pelota a cada uno, y se acaban los problemas", dijo más o menos Borges). Pero en este mundo violento y discorde, el paréntesis es bienvenido. En México, el extraordinario auge del fútbol --importado en 1902 por los mineros ingleses-- data de los años cincuenta y sesenta. Durante la primera mitad del Siglo XX, rivalizaba sanamente