EN BROMA PERO EN SERIO: Y SE MURIÓ FIDEL
Por Claudio Nazoa En Cuba, el cadáver calcinado de un dictador recorrió su país como para que, después de muerto, viera la ruina en la que dejó a su patria. Fidel Castro se convirtió en una cajita de cenizas ruleteada. Despedido con lágrimas de adeptos y de víctimas. Nunca entenderé a quienes lloran a sus dictadores vivos o muertos. ¿Recuerdan los millones de alemanes llorando en los discursos de Hitler? ¿O a los cientos de miles de rusos haciendo cola a 30 grados bajo cero para ver a Stalin, su "papacito" muerto? ¿Cómo llorar a un monstruo que asesinó a 20 millones de rusos? Igual pasó con Mao Tsetung, otro asesino de la humanidad. Millones de chinos murieron por su culpa. Fue responsable de la triste Revolución cultural. Algo muy parecido a los locos del Estado Islámico o a los talibanes. Estos fanáticos maoístas torturaron, mataron y destruyeron todo lo que no había nacido durante la Revolución cultural. No existen dictadores buenos. Unos de der