Pekín promueve entierros alternativos ante la falta de suelo en cementerios
El señor Wang ha llevado unos pasteles y fruta a la tumba familiar como ofrenda a sus padres fallecidos. Con una bayeta húmeda, limpia cuidadosamente el polvo acumulado en la modesta sepultura del cementerio de Babaoshan, el más célebre de los 33 con los que cuenta Pekín y donde están enterrados algunos de los principales héroes revolucionarios. A sus 70 años, y con sus progenitores desde hace casi 10 en la fosa, aún cumple estrictamente la tradición de honrar a los muertos por Qingming, el Día de Difuntos chino, que se celebró el pasado domingo. Aunque asegura que para él mismo no descarta uno de esos entierros innovadores que propone el Gobierno de Pekín: “¿Mis cenizas esparcidas en el mar? ¿Por qué no? Si fue un final digno para un líder de la talla de Deng Xiaoping, también puede serlo para mí”. Aunque la cremación es obligatoria desde 1997 en Pekín, sus cementerios afrontan un grave problema de falta de espacio. Con una población de 21 millones de habitantes, cada año muer