Un 1% de odio en las redes sociales

Los límites de la libertad de expresión en las redes sociales están en
el ojo del huracán en España. Los insultos a la política asesinada
Isabel Carrasco y los mensajes antisemitas vertidos contra el equipo
israelí del Maccabi han renovado un debate que lleva sobre la mesa
desde la popularización de Twitter y Facebook. La diferencia ahora es
que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha pedido
perseguir los "mensajes de odio" en la Red y su llamamiento ha venido
acompañado de dos detenciones entre quienes celebraron el asesinato de
Carrasco.

¿Hay realmente tanto odio en las redes?

"En realidad, los tuits insultantes son solo el 1% de los que se
envían", explica por teléfono Carlos Fernández, que gestiona el
Twitter de la Policía (@policia) y está acostumbrado a lidiar con este
tipo de amenazas. "El problema es que hay gente que no sabe qué es
delito, y todos debemos tener un uso responsable de las redes y no
traspasar esos límites", añade.

La polémica viene de lejos. En 2013, la ahora candidata socialista al
Parlamento Europeo, Elena Valenciano, abandonó su cuenta de Twitter
por este tipo de mensajes. "Me han amenazado, me han insultado, me han
llamado feminazi y muchas otras cosas", dijo entonces. "Si este
entorno no es capaz de garantizar la seguridad de mis hijos, no quiero
estar aquí", se quejó. Otros personajes públicos como la delegada del
Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, también cerraron su perfil por
este motivo. Ambas volvieron a recuperarlo más tarde.

Desde entonces, distintas voces -la mayoría, políticos- han apostado
por aplicar una regulación específica para este tipo de mensajes.
Varios expertos en redes sociales consultados por EL PAÍS, por contra,
estiman que con el Código Penal es suficiente. Esta idea se refuerza
con las detenciones que se han realizado en el último mes, para las
que no ha sido necesaria ninguna norma distinta de las existentes.

El pasado 28 de abril, la Guardia Civil detuvo a 21 personas por
enaltecimiento del terrorismo en Internet. "Subí el emblema de ETA a
Facebook sin darme cuenta", dijo una de ellas. Poco después se conoció
que otros 200 ciudadanos están siendo investigados por este delito.
Unos días más tarde se produjo el asesinato de Carrasco y, con él,
mensajes insultantes que provocaron la reacción del ministro y dos
detenciones más, lo que deja la cifra en 23 personas en solo un mes.
Ahora, la polémica se agranda con los mensajes antisemitas denunciados
por la comunidad judía en España.

El exjuez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón denunció este lunes
en la Cadena SER que el Gobierno está aprovechando estas
circunstancias para "controlar las redes sociales". "No podemos ir a
golpetazo de acontecimiento modificando el Código Penal", criticó, y
resaltó además que la presidenta de la Asociación 11-M, Pilar
Manjón,ha sido "machacada, insultada e injuriada" en las redes
sociales desde 2004 sin que nadie del Gobierno haya pedido una
corrección.

Al debate se suma un tuit que la Policía lanzó hace unos meses:
"¡Ojalá se mueran (o una bomba)..." es una mezquindad, una idiotez,
pero no es delito". ¿Es compatible con las palabras del ministro?
"Efectivamente, ese deseo no es un delito, pero el enaltecimiento del
terrorismo sí lo es, tal y como recoge el Código Penal", responde
Fernández. En su caso, envían los mensajes que pueden ser
constitutivos de delito a la Unidad de Investigación Tecnológica para
que lo investiguen. La recomendación del cuerpo en caso de insultos
es, en primer lugar, ignorar al troll; segundo, bloquear; y en tercer
lugar, si hay delito, denunciar en cualquier comisaría.

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