Periodismo libre frente al poder

Los Premios Ortega y Gasset son desde hace 31 años la celebración del
mejor periodismo en español. En un momento en el que el oficio está
salpicado por la incertidumbre de una industria en plena
transformación tecnológica y en el que los cambios están haciendo
temblar las viejas estructuras, este encuentro sirve para reivindicar
el periodismo más libre y valiente, ese que es más necesario que
nunca. Un periodismo que mira al futuro, en uno de los mayores
desafíos que se han conocido en décadas. La XXXI edición de estos
galardones que otorga el diario EL PAÍS reunió en Madrid a
personalidades del mundo de la economía, la cultura y los medios de
comunicación.

Fue el escritor y periodista Arturo Pérez-Reverte el encargado de
poner palabras a un oficio que él comenzó con 16 años en Cartagena con
una libreta y un bolígrafo, en una conferencia titulada Sobre miedo,
periodismo y libertad. Nunca ha olvidado la lección que le dio un día
el jefe de turno del diario La Verdad cuando le encargó una entrevista
con el alcalde de la ciudad. Ese muchacho, todavía en el colegio,
sintió miedo. "¿Miedo? Mira, chaval, cuando lleves un bloc y un
bolígrafo en la mano quien debe tener miedo es el alcalde de ti". Una
frase que le ha acompañado en su vida profesional y que asoció al
miedo del poderoso a perder la influencia, los privilegios y la
impunidad. "El único medio que el mundo actual posee para mantener a
los poderosos a raya, para conservarlos en los márgenes de ese
saludable miedo, es una prensa libre, lúcida, culta, eficaz,
independiente. Sin ese contrapoder, la libertad, la democracia, la
decencia, son imposibles", dijo Pérez- Reverte, en un contundente
discurso en el que insistió en el maltrato que en los últimos años
está recibiendo en España el periodismo por parte del poder. "El poder
y cuantos aspiran a conservarlo u obtenerlo un día no están dispuestos
a pagar el precio de una prensa libre. Basta ver las ruedas de prensa
sin preguntas, el miedo a comparecencias públicas, como a los debates
electorales donde son los políticos y sus equipos, no los periodistas
desde la libertad, quienes establecen el formato".

No se salvaron tampoco de la crítica los periodistas sumisos que
aceptan este estado de cosas sin rebelarse y atacó la docilidad con la
que el periodismo en España, salvo excepciones, se pliega a la presión
del poder, no solo político sino también financiero. Pérez-Reverte
alertó del "devastador" desprecio por la cultura y la educación, de la
visceralidad y el sectarismo imperante en nuestro país, que "envenena"
también las redacciones, así como del peligro de la autocensura. El
autor de Alatriste finalizó su intervención con toda una declaración
de amor al oficio del bloc y del bolígrafo, o lo que depare en el
futuro, para que los poderosos sigan sintiendo miedo. "La prensa
independiente es la única capaz de mantener a raya a los malvados y
garantizar el futuro de los hombres libres".

El director de EL PAÍS, Antonio Caño, defendió el mejor periodismo,
que se ve reflejado en estos premios. "Es posible que algunas formas
tradicionales de hacer periodismo no tengan sentido en el futuro, pero
confío en que periodistas y trabajos como los premiados tendrán
siempre un público que los aprecie y los necesite", dijo Caño, que se
mostró emocionado por tratarse de la primera vez que participaba como
responsable del diario en la ceremonia de entrega de los Premios
Ortega y Gasset.

Acompañado de los cuatro directores anteriores, Juan Luis Cebrián,
Joaquín Estefanía, Jesús Ceberio y Javier Moreno, Caño abordó de
manera clara los retos del periodismo --"viejos gigantes se desmoronan
y nuevos actores se suman a la competencia"-- y avanzó la prioridad
"estratégica irrenunciable" de EL PAÍS: el impulso al desarrollo
digital y la profundización de la expansión del diario en América.
"América es el mercado natural de un periódico como el nuestro que
puede presumir de una visión cosmopolita y global antes incluso de que
la palabra global comenzara a utilizarse". El director del diario,
para quien el periodismo se encuentra en una fase de completa
redefinición, planteó que el dilema que hoy afronta la prensa es
clásico y rotundo: renovarse o morir.

Rusbridger abogó por "una comunidad de periodistas que cooperen entre sí"

El director de The Guardian, Alan Rusbridger, todo un referente del
mejor periodismo mundial (premio a la trayectoria profesional),
compartió escenario con tres jóvenes reporteros --Pablo Ferri,
Alejandra Sánchez Inzunza y José Luis Pardo-- que, a bordo de un coche
de segunda mano, recorrieron Latinoamérica en busca de historias sobre
cómo el narcotráfico afecta a la sociedad, por las que han recibido el
galardón al mejor trabajo impreso.

También con periodistas de EL PAÍS, como Mónica Ceberio y Álvaro de
Cózar, que han experimentado con éxito nuevos formatos multimedia para
denunciar, en este caso, uno de los grandes dramas que ha provocado la
crisis en España, como son los desahucios, por lo que recibieron el
premio de periodismo digital. Un equipo de profesionales integrado
también por Cristina Pop, Luis Almodóvar, Álvaro de la Rúa, Paula
Casado, Fernando Hernández, Ana Fernández, Rubén Gil, José María
Ocaña, Gorka Lejarcegi, Claudio Álvarez, Gema García y Mariano Zafra.
Otro veterano que sabe que en la innovación está el futuro de este
oficio, el fotógrafo Pedro Armestre, recogió el galardón a la mejor
imagen del año. Una foto, planificada al máximo, que narra la emoción
de una fiesta tan popular como los Sanfermines.

En la misma línea que Pérez-Reverte, el director de The Guardian
destacó, en su intervención, las presiones sufridas a raiz de la
publicación de los papeles de WikiLeaks y de las revelaciones del caso
Snowden. Rusbridger añadió que ante los peligros y cortapisas que
afronta el ejercicio de este oficio en tantos países siempre debe de
haber "una comunidad de periodistas que colaboren entre ellos".

El acto lo cerró Juan Luis Cebrián, presidente de EL PAÍS, con unas
palabras en las que recordó a Gabriel García Márquez y su máxima de
que el periodismo es el mejor oficio del mundo. Cebrián, que agradeció
a Pérez- Reverte la autocrítica, dijo que los periodistas tienen que
aprender de sus fracasos y sus frustraciones, pero aseguró que cumplen
un papel como contrapoder y conciencia crítica de la sociedad.
"Mientras haya periodistas como Arturo Pérez- Reverte, el poder estará
vigilado y la sociedad defendida".

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