La foto más querida de la actual Casa Blanca


Quiero saber si mi pelo es como el suyo”, dijo en voz muy bajita el pequeño de cinco años, vestido de traje y corbata pero sin portar la chaqueta.

Dice Pete Souza, el fotógrafo oficial de la Casa Blanca, que uno sabe cuando tiene una instantánea que es única. Lo que no imaginaba Souza es que la foto del pequeño Jacob Philadelphia, de cinco años, tocando la cabeza del presidente hace tres iba a ser tan querida por los miembros del Ala Oeste de la Casa Blanca que seguiría colgada de sus paredes todo este tiempo, cuando en general, son tantas las fotos que se generan de Barack Obama que unas despojan de lugar a otras a gran velocidad. Pero la de Jacob permanece.

La foto es tierna y a la vez expone uno de los temas de los que casi nunca habla el presidente: la raza, su raza. Sin ser de una calidad espectacular –al padre del pequeño Jacob, exempleado de la Casa Blanca, no se le ve la cabeza y su hermano Isaac está desenfocado-, la imagen refleja el inmenso símbolo que sigue siendo Obama para los afroamericanos, según relata en su edición de hoy el diario The New York Times.

Jacob Philadelphia se encontraba hace justo tres años en la residencia presidencial porque era el último día de trabajo de su padre en el Consejo de Seguridad Nacional, puesto al que llegó cuando George W. Bush era presidente. En su despedida de la oficina, Carlton Philadelphia, exmarine, pidió lo que piden muchos empleados de la Casa Blanca: hacerse una foto de familia con el presidente. Lo que no sabía el señor Philadelphia es que cada uno de sus hijos tenía una pregunta para Obama y que la del más pequeño era, cuando menos, inesperada y peculiar.

“Quiero saber si mi pelo es como el suyo”, dijo en voz muy bajita el pequeño de cinco años, vestido de traje y corbata pero sin chaqueta. Obama le dijo, después de pedirle que le repitiera la pregunta porque no le había oído, que la mejor opción para salir de dudas era que lo tocara, para lo que se agachó hasta el nivel del niño, quien dudaba (¡al fin y al cabo era le presidente de Estados Unidos quien ejercía casi una reverencia ante él!).

“Tócalo, tío”, le animó un desenfadado Obama, que quedaba retratado para la posteridad por Souza justo en el momento en que el pequeño ponía la mano sobre su cabeza. “Bueno, ¿Qué piensas?”, se interesó el mandatario. “”Sí, es igual”, confirmó el niño, al parecer satisfecho.

Souza continúa una tradición que se remonta a los años de Gerald Ford, cuando los fotógrafos de la Casa Blanca elegían cada semana las mejores fotos del presidente para colgar de las paredes del Ala Oeste de la Casa Blanca.


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