Juan Félix Sánchez dejó su huella en las piedras del páramo



El templo de El Tisure y la capilla de San Rafael de Mucuchíes son considerados íconos de la venezolanidad |


Una novela rinde tributo a la memoria del merideño, fallecido hace 15 años exactamente. No fueron anunciados homenajes oficiales


A finales de los años setenta Dennis Schmeichler ­un estadounidense que coleccionaba artesanía­ y el explorador Charles Brewer Carías subieron el páramo en busca de cobijas de lana. Lo que más les impresionó no fueron las telas, sino un templo de piedra que había permanecido oculto a los ojos del mundo en el valle de El Potrero, Mérida, a 3.000 metros sobre el nivel del mar.


El tejedor lo había levantado con sus propias manos. Desde entonces, Juan Félix Sánchez es reconocido como uno de los creadores populares más importantes de Latinoamérica.

Sánchez falleció hace exactamente 15 años. Nació en 1900 en San Rafael de Mucuchíes y vivió casi un siglo. Fue titiritero ­inspiró la creación de la Fundación Medatia, dedicada al teatro­, tallista, escultor, arquitecto autodidacta y, por encima de todo, un devoto que se inventó un mundo mágico.

Aprendió de su padre el oficio de construir casas y templos, y halló en la piedra una especie de conexión mística con Dios, los santos y las vírgenes que adoraba.

El artista Carlos Contramaestre lo llamó el Alarife de Dios, y el escritor italiano Umberto Eco y el crítico Roberto Guevara encontraron en las obras que construyó en El Tisure y en San Rafael de Mucuchíes reminiscencias de Gaudí.




"Juan Félix Sánchez no conocía la palabra `artista’, pero quería dejar huella. Ha sido de los pocos que han concebido la creación como acto religioso. Todo lo que construyó lo hizo para que descubriéramos a Dios. Él decía que buscaba lo feo porque le caía en gracia y consideraba que cuando nos acercábamos a ese espacio instalativo que es El Tisure ­con sus capillas y sus tallas­ nos conectábamos con lo divino", señala el investigador Eduardo Planchart Licea, autor del libro Juan Félix Sánchez: el gigante del Tisure (Armitano, 1993), y de la novela El mago de la niebla, también sobre el creador del páramo, publicada el mes pasado.

El desafío de Imber
En julio se cumplirán, además, 30 años de la realización de la gran individual que puso a Sánchez en el mapa de los llamados espacios legitimadores: los museos y galerías. Lo espiritual en el arte se tituló la muestra que el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber le dedicó a su vasta e inclasificable obra. "Fue bellísima. El reto más difícil que tuvimos no sólo en el aspecto técnico, de `hacer’ la exposición, sino también por la opinión pública. Había gente que se preguntaba por qué exhibíamos a un hombre que no era considerado artista, sino artesano", relata Sofía Imber, fundadora de la institución.

La ex directora del Maccsi asegura que se atrevió a exhibir el trabajo de Sánchez porque consideró que reunía las cualidades artísticas necesarias. "Hoy en día su obra está en los museos del mundo y es excelente, sobre todo porque es amada por la gente. Esas son las muestras que queremos seguir viendo. Recuerdo cómo el público iba con amor a la exposición. Ver la obra de Juan Félix Sánchez es ver a Venezuela".


Tanto El Tisure como la capilla de San Rafael de Mucuchíes aparecen en postales y afiches como íconos de la venezolanidad. No hay homenajes anunciados por las instituciones oficiales. "Todos los merideños se acuerdan de Sánchez, lo tienen en su corazón. Lo que pasa es que los caraqueños lo tenemos lejos. Fue un mito viviente y sé que todos recuerdan la fecha. La novela que escribí es mi homenaje particular", dice Planchart.

Carmen Victoria Méndez
Diario El Nacional

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