Dos idiomas y un destino global
Son las dos lenguas occidentales preponderantes en el mundo global. Hasta ahora se habían mirado de reojo, pero los retos de supervivencia, influencia y poder económico en el futuro les obligan a caminar de la mano. Por eso han acercado posturas, análisis y estrategias en un libro: Palabra por palabra (Santillana). Elaborado conjuntamente por el British Council y el Instituto Cervantes, se trata de un compendio bilingüe en el que se examinan ampliamente los desafíos de dos idiomas que contemplan con preocupación, entre otras cosas, la expansión desbocada del chino, el árabe o el hindi.
La secular división de Occidente en latitudes de influencia podría estar cambiando. La visión del norte anglosajón y el sur latino con preponderancia hispánica va pasando a la historia. Ambas son dos esferas culturales que unen a cerca de 1.000 millones de personas con dos lenguas maternas: el inglés y el español. Si a esa cifra le sumamos quienes la han incorporado como segundo modo de expresión, el número se dobla.
"Nunca he entendido nuestra labor desde el punto de vista de la confrontación, este es el primer paso para analizar retos conjuntamente entre las dos lenguas principales dentro de nuestras esferas de influencia", asegura Carmen Caffarel, directora del Cervantes. "Es hora de compartir perspectivas, de saber qué ocurre con nuestros respectivos idiomas hoy en el mundo", comenta Rod Pryde, director la sede del British Council en Madrid.
Y, ¿qué ocurre actualmente con ambas lenguas? Buscan su lugar en la aldea global y son conscientes de que su conocimiento multiplica posibilidades de negocio para las empresas y laborales para las personas. "Son instrumentos a la vez de comunicación y de cultura", como apunta la lingüista María José Ferrari, una de las coordinadoras del proyecto, que buscan su reino en la comunidad científica y en Internet...
Todos esos aspectos se analizan en Palabra por palabra, que se presenta hoy en la sede del Instituto Cervantes de Madrid. La salud de hierro de ambas lenguas supone la mejor posición para establecer alianzas. Hasta ahora han caminado separadas. Pero una realidad -su presente en Estados Unidos- las ha hecho encontrarse.
El país con 50 millones estimados de hispanohablantes -el segundo en el mundo después de México- ha demostrado que la coexistencia pacífica de ambas les abre muchas posibilidades. "Han sido los estadounidenses, con su sentido práctico, quienes han hecho fijarse a británicos y españoles, desde su órbita distante y europea, de las oportunidades que les brinda una alianza", asegura Ángel López García, autor de Anglohispanos (Península) y firmante en el volumen del artículo Lenguas mayores y lenguas menores en la aldea global.
La convivencia pacífica de los dos idiomas se observa, por ejemplo, en el núcleo compacto que muestra el español de base. Algo que analiza Humberto López Morales. "El léxico general hispano tiene una variante residual del 1,6%", escribe. Los términos comunes después de analizar 430.000 vocablos superan el 98%, un dato que han resaltado muchas veces los responsables de la Real Academia Española (RAE).
Algo parecido le ocurre al inglés, lo que denota una salud ejemplar, por no hablar de la creciente demanda para cada una de las dos lenguas en Asia o en territorios como Brasil, auténtico motor de desarrollo demográfico y, por tanto, de expansión. Allí, según Álvaro Martínez-Cachero, hay 5,5 millones de alumnos estudiando español en centros educativos no universitarios y 25 millones de potenciales aprendices de inglés.
Esas son las ventajas. Otra historia son las amenazas. Y todas vienen de Oriente. "¿Qué pasará con el árabe, con el chino, con el hindi en un futuro, no muy a largo plazo?", pregunta Rod Pryde. "Son lenguas que presentan más dificultades de aprendizaje y eso es un obstáculo para que se conviertan en grandes idiomas de difusión a nivel global". "Pero no podemos predecir qué ocurrirá", apunta el responsable del British Council en Madrid.
"Está claro que Occidente debe afrontar lo que venga como un bloque. Y en ese bloque, la preponderancia es del inglés y el español", afirma López García. De la alianza deben salir, según él, "simbiosis y sinergias".
Algo más. Consecuencias comunes y distintas para ambos. Los responsables de hacer prevalecer la influencia del español en el mundo verán cómo desaparecen sus complejos de inferioridad, mantiene María José Ferrari. Queda claro que una institución como el Cervantes, con un presupuesto de 103 millones de euros y 20 años de andadura, tiene mucho que aprender del British Council, con sus más de 70 años de historia y sus 700 millones de libras de presupuesto (814 millones de euros). Más cuando, como aclara Pryde, "dos tercios de los cuales son ingresos propios y no ayudas del Estado".
Los ingleses, en cambio, según Ferrari, sacarán de esta experiencia "algo de humildad, abrir su mundo a otras lenguas". Quizás no contemplar ya más lo que les rodea con cierto halo de autosuficiencia. Como el que les llevó en un famoso parte meteorológico de la II Guerra Mundial a afirmar un día: "Niebla en el Canal, el continente está aislado".
Europa no existe
En términos lingüisticos, si se diera un enfrentamiento Oriente / Occidente, Europa no existe. Es lo que cree Ángel López García, autor de Anglohispanos. Es decir, que idiomas como el francés o el alemán carecerían de peso para dar batalla a las cifras de influencia que sostendrían chinos, árabes o indios. Es una batalla que solo pueden dar el inglés o el español. De ahí que los expertos consultados o los responsables públicos sostengan que son inútiles los esfuerzos dentro de la Unión Europea por combatir y dejar en posición de desigualdad al español. "Por mucho que se empeñen, no podrán con la masiva demanda de rumanos para aprender español por influencia de los culebrones venezolanos", asegura López García. Son temas que el libro Palabra por palabra analiza en la tercera parte de su temario. En el ámbito europeo hay que ser mucho más ambiciosos. El plurilingüismo se impondrá y ninguna puerta al campo podrá pararlo.
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