Desmantelada la tumba de Rudolf Hess, lugarteniente de Hitler


La sepultura del gerifalte nazi Rudolf Hess en Wunsiedel, Baviera, fue desmantelada entre las cuatro y la seis de la madrugada del miércoles, según publica hoy el diario muniqués Süddeutsche Zeitung. Desaparece así la tumba del compinche al que Adolf Hitler dictó Mi lucha, el programa político del régimen que organizó el Holocausto. Sus despojos serán quemados y esparcidos en alta mar, después de que la comunidad cristiana evangélica de Wunsiedel denegara a sus descendientes la prolongación del arrendamiento del sepulcro.

Los neonazis siguen considerándolo un "mártir"

Desde que Hess se ahorcó con un cable en su celda de Spandau en 1987, el pueblo se había convertido en una meca de romerías neonazis. Los ultraderechistas del partido NPD y otros grupúsculos de la misma ideología nazi organizaban una marcha conmemorativa cada 17 de agosto, en la que homenajeaban al "mártir" Hess. Éste se había librado de la horca en los Juicios de Núremberg por haber protagonizado un estrafalario salto en paracaídas sobre Escocia en 1941. Según dijo, para negociar la paz con Reino Unido. Su significada participación en los crímenes del nazismo le valió, no obstante, una condena a cadena perpetua en 1946. La cumplió hasta los 93 años bajo vigilancia de soldados aliados en la cárcel de criminales de guerra de Berlín-Spandau.

Hess se colgó en su celda 42 años después de que su jefe se pegara un tiro en su búnker situado pocos kilómetros al sureste de Spandau. Fue el único prisionero de Spandau a partir de 1966, cuando salieron en libertad los también destacados nazis Albert Speer y Baldur von Schirach. Al contrario que Speer o Karl Dönitz, con los que compartió el patio de la prisión de Spandau, Hess no maquilló su biografía ni negó sus entusiasmos nazis. Así, los neonazis siguen considerándolo un "mártir", sobre cuyas vida y muerte siguen esparciendo falsedades y leyendas. A fin de cuentas, Hess se encargó de poner por escrito los dislates antisemitas, racistas y belicistas de su amigo Hitler, con quien estuvo preso tras el fracaso del putsch de Múnich de 1923. El libro resultante, que titularon Mi lucha, fue un superventas en los 12 años que duró la dictadura nazi.

La prohibición de las marchas conmemorativas desde 2005 no impidió que Wunsiedel, pintoresca localidad de 10.000 habitantes cercana a la frontera con la República Checa a la que Hess iba de vacaciones, contara hasta esta semana entre los principales lugares de peregrinaje para neonazis de todo el mundo. Según el Süddeutsche Zeitung, una de las nietas de Hess se opuso primero a que removieran los restos mortales de su abuelo. Las autoridades locales lograron convencerla para que aceptara la exhumación de sus restos y evitar de una vez por todas que el sepulcro familiar continúe atrayendo grupos de neonazis y simpatizantes de la ideología de su abuelo. Después de su muerte fue demolida también la cárcel de Spandau.

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