Calculan que 4 de cada 10 adolescentes practican "sexting"


Enviar una imagen de sí mismo con contenido sexual suele hacerse por diversión, pero puede resultar perjudicial



ELIZABETH ARAUJO


Anthony Weiner llegó al final de su ascendente carrera política de manera inesperada: envió por su cuenta de Twitter una inocente foto de su calzoncillo, debajo del cual ocultaba una activa erección, a una universitaria de 21 años de edad.

En realidad, Weiner, congresista demócrata, de 46 años de edad y cuya esposa integra el equipo asesor de la secretaria de Estado Hillary Clinton, no cometió un delito sexual que ameritara la apertura de un juicio, pero el acoso de la prensa por el inadecuado uso de las redes sociales por alguien que soñaba con convertirse en el próximo alcalde de Nueva York fue su sentencia de muerte pública.

No sería arriesgado suponer que, tras el anuncio de su renuncia a toda actividad política, Weiner no quiera saber nada ni de erecciones ni de Internet. Pero sin desearlo, hizo público un fenómeno: desde hace un buen tiempo, la tecnología digital y el sexo se vienen acostando, sin que nadie notara sus efectos sociales.

"Déjeme decirle que se trata de una soberana tontería la de ese señor, aunque bien podría esconder un lado de trastorno cercano a la perversión", explica el psicólogo clínico Raúl García Molero, al afirmar que conoce el fenómeno "sexting" desde que lidió con el caso de una adolescente que estuvo a punto de matar de infarto a los padres: la chica disfrutaba enviando fotos de sus genitales a amigos, hasta que alguien se las reenvió a la directora del liceo y el escándalo terminó en la visita a su consultorio.

Mírame, no me toques. Para los que tienen una cuenta y llegan tarde a uno de esos bizarros usos de Twitter u otras redes sociales, el "sexting" (acrónimo de sex y texting) es un fenómeno surgido en 2005 en Estados Unidos y se refiere a videos o fotos con contenidos altamente sexuales, hechas por estudiantes a través de sus teléfonos celulares para su posterior difusión por Internet.

Empieza como un juego. Basta un celular con cámara de foto y video, así como la suficiente desinhibición para grabarse desnuda o desnudo y enviar el archivo por el propio celular o por correo electrónico o subirlo a las redes sociales.

La práctica, a decir verdad, es conocida en todo el mundo y se ha vuelto tan popular entre adolescentes como cotidiana. Tiene un efecto dañino cuando se hace para molestar a alguien, invadiendo su privacidad al grabarlo en un baño público o cuando se besa con otro y la difusión es objeto de burlas, al extremo de que ha habido casos de suicidio entre chicas jóvenes, tras descubrir que imágenes suyas desnudas y grabadas sin consentimiento, habían recorrido su entorno social y familiar.

Pero hay también quien lo practica con fines exhibicionistas, como es el caso de Lissy N., una caraqueña de 22 años de edad, cuya actitud desprejuiciada le permite publicar imágenes de su agraciado cuerpo. No es para asombrarse, si se miran las estadísticas de Estados Unidos, donde 6% de las personas mayores de 18 años ha enviado alguna vez fotos sexualmente sugerentes por mensajes de texto, con desnudo parcial o completo, según un informe del centro de investigación Pew.

En el caso del congresista Weiner puede que no haya cometido infidelidad física, pero sí denota un carácter compulsivo comparable al que muestran los alcohólicos y los adictos a las drogas o al juego, según el fundador del Instituto de Rehabilitación Sexual de Los Ángeles, Robert Weiss.

Weiss, que ha tratado a cientos de adictos a esa conducta, calcula que cerca de 10% de los hombres y 3% de las mujeres practican el "sexting" con cierta regularidad.

El Nacional

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