El derecho a fumar *

Por Rómulo López Cordero

La revista "América Economía" del 23 de septiembre trata sobre el consumo de tabaco en los lugares de trabajo. Se mencionan los cambios que ocurren en Latinoamérica respecto a los hábitos de consumo del tabaco en la región y como cada país enfrenta este hábito. Debo aclara que no fumo, ni familiar alguno fuma. La tendencia a prohibir en los lugares de trabajo su consumo o crear áreas especiales para fumadores genera en Brasil los fumódromos que en Argentina se denominan fumaderos.

La revista nada dice respecto de la batalla legal contra las tabacaleras que el gobierno (Bill Clinton a la cabeza) lleva abiertamente en EEUU (El Universo, 23 de Septiembre de 1999) y en América Latina, entre gallos y medianoche. Esta batalla busca que esas empresas paguen multimillonarias indemnizaciones al gobierno por los daños que provoca el tabaco a los particulares y busca, además, la regulación del comercio y el consumo del tabaco.

Esto es importante por las implicaciones que tiene en nuestras vidas. El tema sobre si debiesen o no haber regulaciones en cuanto al consumo del tabaco es central, pues nos estamos enfrentando a una prohibición que podría afectar a la libertad y, por lo tanto, la persecusión a quienes fumen, similar a lo que ocurrió en EEUU, en la década del ’30 con respecto al comericio y consumo de alcohol. Lo único que se logró fue la formación de grandes mafias lideradas por Al Capone, que aterrorizaron ese país durante buena parte de la prohibición.

Por qué el gobierno debe intervenir en un asunto estrictamente privado? Hemos visto que cada vez que el gobierno interviene para regular, en nombre del "bien de la comunidad", provoca un foco de corrupción que no solamente viola los derechos de los individuos, sino, cual enfermedad o infección, genera toda una secuela inmoral, que se extiende a otros sectores que nada tienen que ver con el problema en sí.

El tema del tabaco es complejo. Hay estudios que hablan sobre los beneficios o desventajas de fumar Números van, números vienen. Lo importante es que los consumidores decidan cuál es su mejor opción. Si deciden fumar, pues que lo hagan, siempre y cuando respeten el derecho de los no fumadores. Como lograr esto? Simplemente, cada empresa, oficina, discoteca, restaurante o lugar público establecerá políticas de ambientes libres de humo, áreas especiales u oficinas para fumadores, así como el respeto y la tolerancia al humo de los demás. Sólo así se logrará que los derechos de los fumadores sean respetados también.

Estamos acostumbrados a oír que hay que respetar a los demás y que debemos aprender a tolerar. La tolerancia implica que se debe respetar el derecho de no fumar, pero tolerancia tmabién es respetar lo contrario. Tan malo es no respetar el derecho al aire limpio que exigen los no fumadores, como perseguir a los fumadores y por ende ponerlos en desventaja frente a los otros en aspectos laborales, sociales o de cualquier otra índole.

A nadie en su sano juicio se le ocurriría prohibir o regular el consumo de comida o la exposición al sol.

Por lo general, cada cual decide cuanto come o cuanto sol recibe, aunque el exceso o ausencia pueda resultar nocivo para la salud. Es una decisión del individuo. Igual ocurre con el tabaco. Los acuerdos libres y voluntarios, junto con la costumbre, son los que van a determinar qué es mejor para respetar los derechos de los fumadores como de los no fumadores.

Finalmente lo que está en juego, más allá del bienestar del consumidor (contradictorio, porque si el individuo no puede decidir, de qué bienestar hablamos) es el derecho que las personas tienen a elegir entre lo que es malo y lo que es bueno. Por esta razón es un absurdo toda campaña en pro de la prohibición estatal al consumo y producción de tabaco.



* El presente artículo fue publicado en Guayaquil en el periódico Extra del 23 de Octubre de 1999

Rómulo López Cordero es economista.



NOTA: En Venezuela entró en vigencia el 31/05/2011 - a propósito también del Día Mundial de No Fumar- la resolución Nº 39.627 del Ministerio del Poder Popular para la Salud, que prohíbe fumar en espacios cerrados, sean lugares públicos o privados.

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