Editorial: Gabo en chino



REDACCIÓN ELTIEMPO.COM


El © encierra un final feliz.

Los coleccionistas de obras de Gabriel García Márquez lo tienen como uno de los más curiosos ejemplares. Es un libro de 761 páginas numeradas en guarismos arábigos pero impreso casi enteramente en chino, cuyo dibujo de portada muestra un rostro femenino de ojos almendrados. El lector occidental sólo puede descifrar en la carátula que se trata de la editorial Waiguo Wenyi. La hoja liminar recoge una foto en blanco y negro del autor y el resto de la información comprensible está sepultada en la última página. Se trata de la traducción china de Ojos de perro azul y otros cuentos. Año de publicación: 1982. Tirada: 415.000 ejemplares. Precio: 1,95 yuanes. Lo único que falta, ni más ni menos, es el pequeño símbolo de © que confiere legalidad a la edición.

La historia de Ojos de perro azul es la misma que han corrido en la China Cien años de soledad y otras obras del premio Nobel colombiano. Se publican en ediciones masivas y tienen enorme éxito entre los lectores en un mercado potencial absoluto de 1.300 millones de personas, pero son tiradas piratas. En otras palabras, no están autorizadas por el autor ni a sus bolsillos llegan los réditos de los derechos intelectuales. Así circularon en el país más poblado del mundo millones de ejemplares de García Márquez durante más de 30 años, lo que motivó airadas descalificaciones del escritor y de su agente literaria, Carmen Balcells.

A partir de esta semana, sin embargo, la cuestión cambia por completo. La editorial Chen Mingjun acaba de presentar en la Universidad de Beijing la primera edición de Cien años de soledad que ha sido negociada, traducida y publicada con todas las de la ley. Desde que China firmó en 1991 el Convenio de Berna, que protege las obras literarias y artísticas -paso indispensable en su apertura hacia el mundo-, se desautorizó a sí misma como territorio de corsarios.

Empezó, entonces, una larga negociación con los representantes de García Márquez para la publicación legal de sus escritos, al margen de la cual seguían brotando ocasionales ediciones piratas. El acuerdo final puso la traducción en manos de un joven profesor de español de la Universidad de Beijing, Fan Yan, y ahora, entre los miles de caracteres que desfilan en sus páginas, aparece por fin el que garantiza que la edición está conforme con la ley.

Algunos países comunistas, como la República Popular China y Cuba, reconocían la obra y el autor, pero bajo la luz de sus propios reglamentos. Curiosamente, las primeras ediciones piratas chinas no llevaban contenido en esa lengua sino en español e inglés. Se imprimieron en Taiwán, el territorio antiguamente llamado Formosa, que, con solo 23 millones de habitantes, fue reconocida por las potencias occidentales durante años como vocera del pueblo chino. Don Klein, máxima autoridad bibliográfica garcimarquiana, dedica un capítulo especial a la piratería. Allí figura, como pionera en las imprentas chinas, una edición en inglés de Cien años de soledad realizada en Taiwán por Emperor Publishing Inc. en 1970.

A la sazón, la obra maestra de GGM llevaba circulando apenas tres años en español, y solo se había traducido a unos pocos idiomas. La edición taiwanesa era copia ilegal de la primera que se hizo de la novela en Estados Unidos. Otro tanto sucedió con nuevas ediciones de Cien años de soledad (1982) y La mala hora (1980 y 1982).

En fin, la legendaria era de la piratería china, azote de los mares del Sur en los siglos XVIII y XIX e inspiración de un memorable cuento de Jorge Luis Borges, se prolongó en materia editorial hasta el tercer milenio. El © encierra un final feliz.

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