La monja del milagro le entregó a Benedicto XVI ampolla con la sangre del beato
Frente a millones de peregrinos en la Plaza de San Pedro y las calles aledañas este domingo, el papa Benedicto XVI beatificó a su antecesor Juan Pablo II, en un festejo jubiloso en honor de uno de los papas más amados de la historia. Hablando en latín, Benedicto declaró que Juan Pablo podía ser llamado en lo sucesivo "beato" y que su festividad se celebraría el 22 de octubre, día de su coronación en 1978 como papa.
La multitud estalló en gritos, aplausos y lágrimas en el momento de develarse una enorme foto de Juan Pablo sonriente sobre la loggia de la Basílica de San Pedro.
A continuación, el pontífice recibió un relicario de plata con un frasco de sangre tomada de Juan Pablo durante su última hospitalización.
La reliquia, que quedara expuesta a la veneración de los fieles, le fue entregada por la hermana Tobiana, la monja polaca que atendió a Juan Pablo durante su pontificado, y la monja francesa Marie Simon-Pierre, cuya inexplicable curación del mal de Parkinson fue declarada por la Santa Sede el milagro necesario para permitir la beatificación.
Benedicto XVI ofició la misa junto con numerosos cardenales de todo el mundo y con que el fuera uno de los secretarios de Juan Pablo II, Mieczslaw Mokrzycki. Durante la ceremonia, que se celebró bajo un sol templado, el Papa usó también el cáliz que Juan Pablo II empleó en los últimos años. El culto litúrgico del nuevo beato será celebrado el 22 de octubre de cada año, en el aniversario del comienzo del pontificado de Juan Pablo II en 1978.
La beatificación del Papa polaco, quien falleció el 2 de abril de 2005 a los 84 años tras una larga enfermedad que el mundo siguió en directo, es el paso previo a la canonización y se llevó a cabo en un tiempo récord, inferior a los cinco años habitualmente necesarios para iniciar el proceso.
El nuevo beato, entre los papas que más tiempo han ocupado el trono de Pedro, transformó el rostro de la Iglesia en casi 27 años de pontificado.
En total 23 jefes de Estado y de Gobierno asistieron al evento, entre ellos los presidentes de México, Felipe Calderón, de Honduras, Porfirio Lobo, y el controvertido presidente de Zimbabue, Robert Mugabe.
La beatificación se llevó a cabo el día del trabajo, una coincidencia feliz ya que durante su juventud Karol Józef Wojtyla fue obrero metalúrgico, además de gran defensor del sindicato independiente polaco Solidaridad, que dio lugar al movimiento en los años 80, contribuyendo a la caída del comunismo en Europa del este. La víspera, una "noche blanca" de oración y preparación fue celebrada en el Circo Máximo, en el centro de Roma, mientras el 2 de mayo será oficiada una misa de acción de gracias en la Plaza de San Pedro, presidida por el cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado.
El féretro de Juan Pablo II será expuesto más tarde en la basílica para la veneración de los fieles.
La sepultura definitiva de los restos de Juan Pablo II se realizará sucesivamente en forma privada en la basílica de San Pedro, en la capilla de San Sebastián, al lado de la capilla en donde se encuentra la célebre estatua La Piedad de Miguel Ángel, en el ala derecha del templo. La beatificación de uno de los pontífices más populares de la historia reciente, que viajó por todos los rincones del planeta y utilizó todo tipo de medios de comunicación para llevar su mensaje al mundo, convierte su papado en uno de los emblemas de la Iglesia de la era moderna.
El pontífice juvenil, deportivo, accesible, que escalaba montañas, esquiaba y bromeaba, fue inflexible hasta el final sobre temas como el control de la natalidad, el aborto y el divorcio. La comisión de cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos aprobó en enero pasado el milagro atribuido a la intercesión de Juan Pablo II, para lo cual se escucharon inclusive a los detractores.
Se trata de la curación "inmediata e inexplicable", en junio de 2005, de la monja francesa Marie Simon-Pierre, quien sufría el mal de Parkinson, la misma enfermedad que afectó al jefe de la Iglesia católica. La monja, de 50 años, enfermera de profesión, asistió a la ceremonia, que rindió homenaje a una de las figuras más carismáticas de la Iglesia.
"Que emoción estar aquí, no me imaginaba poder asistir", contó la monja colombiana Patricia Fajardo.
Alirio León
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