Una mujer, Mayor General Margaret H. Woodward, dirige la Odisea del Amanecer
La operación en Libia no deja de traer “sorpresas” una de ellas es el nombre de Margaret H. Woodward, la mujer de 50 años .Su nombre se agrega a “las damas de hierro”: Hillary Clinton; la embajadora norteamericana ante Naciones Unidas, Susan Rice, y la experta en temas africanos del Consejo de Seguridad Nacional, Samantha Power.
La Nación- Por Silvia Pisani- WASHINGTON.- Dicen que de chica, cuando se entregaba con dulzura al juego de las muñecas en la apacible casita familiar de la verde Maryland, soñaba ya, en secreto, con pilotear grandes aviones de guerra con los que perderse sobre las nubes entre llamaradas de fuego hostil.
Con los años lo consiguió y con creces. Porque Margaret H. Woodward no sólo se convirtió en una experta bombardera aérea con difíciles misiones de guerra sobre su espalda, sino que hoy es la primera mujer en la historia de Estados Unidos que supervisa una operación de ataque aéreo sobre un país extranjero.
Todo un salto para una mujer que pasó de aquellas tardes de infancia al ejercicio de la tremenda responsabilidad operativa sobre las fuerzas norteamericanas en Libia, en la operación Odisea del Amanecer.
“Hasta ahora, no había oído que nada igual pasara antes en nuestra historia; que una mujer ejerciera este tipo de comando”, dijo el experto en temas castrenses Thomas Ricks.
Ganador del Pulitzer por sus investigaciones militares, Ricks ratificó así el papel que hoy cumple una rubia y atractiva brigadier general de Estados Unidos, al frente de los ataques aéreos que, con su lluvia de misiles Tomahawk, sacuden Libia, con el objetivo declarado de generar allí una zona de exclusión aérea.
No cabe duda de que Woodward lo lleva en la sangre: a los casi 50 años, acumula más de 3800 horas de vuelo en aviones militares y se le reconoce el cumplimiento de misiones como piloto de guerra en las invasiones a Irak y Afganistán.
Además, Maggie, como le dicen en casa, lleva años casada con un general, Daniel Woodward. Ambos son conocidos en el medio militar porque, hace pocos años, se convirtieron en el “primer matrimonio” de la vasta familia castrense de este país en que ambos cónyuges se colgaban las estrellas del generalato en sus respectivos uniformes. Ahora, además de todo eso, Margaret cumple tareas de mando en la ofensiva sobre Libia.
“Hemos asistido a un despliegue espectacular de hombres y aeronaves para concretar este primer ataque aéreo en beneficio del pueblo libio”, sostuvo, de hecho, este fin de semana, en su primer balance de los ataques norteamericanos sobre la potencia petrolera en la que reina su adversario, el persistente Muammar Khadafy.
“Nuestros bombarderos actuaron magníficamente en esta misión en la que estamos comprometidos con el bienestar de numerosos libios inocentes”, añadió la brigadier.
Por entonces, por lo menos 19 aviones norteamericanos, entre ellos tres bombarderos furtivos B2, atacaron objetivos en Libia y descargaron una lluvia de misiles.
Woodward opera bajo el mando del general Carter Ham, titular del comando africano de Estados Unidos, y del almirante Michael Mullen, máximo responsable militar del país como jefe de las fuerzas conjuntas.
“La guerra de las valquirias”
Muchos ven en la presencia de la dama de Maryland un nuevo dato para confirmar una fuerte influencia femenina en el abrupto giro del presidente Barack Obama, que pasó de una cautela extrema a la hora de hablar de Libia a sencillamente bombardearla desde el aire.
“La guerra de las valquirias”, tituló Maureen Dowd, desde su habitualmente insidiosa columna en The New York Times, al referirse a la “decisiva” presión que, para concretar los bombardeos, ejercieron tres mujeres con responsabilidad en el gobierno.
Ellas son la secretaria de Estado, Hillary Clinton; la embajadora norteamericana ante Naciones Unidas, Susan Rice, y la experta en temas africanos del Consejo de Seguridad Nacional, Samantha Power.
La Casa Blanca niega que las cosas hayan sido así. Pero el mundillo político devoró el dato y habla del trío de bravas mujeres como “las damas de hierro”, “las implacables” o “las guerreras del Amazonas”. A esta cadena de motes cinematográficos, ahora se suma Margaret.
Sin embargo, la presencia allí de quien, además, es ingeniera en temas espaciales tal vez tenga mucho más de casualidad que de otra cosa. Ocurre que, desde hace menos de un año, Woodward se convirtió en comandante de la 17a. División de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, con base en las proximidades de la ciudad alemana de Stuttgart.
Esta división opera, en los hechos, como la “pata aérea” del recientemente creado Comando Africano de Estados Unidos, cuya misión comprende nada menos que 53 países.
“No tengo duda alguna de que está preparada para el cargo y de que será la persona ideal en ello”, dijo el entonces comandante de la base, el general William Ward, al traspasar su cargo a la rubia que, hasta ese momento, era su “número dos”. Era junio del año pasado y, por entonces, era difícil que alguien imaginara que, nueve meses después, Estados Unidos bombardearía Libia por orden de Obama. Pero así ocurrió.
Otros, en cambio, piensan que no sólo la casualidad, sino también los antecedentes profesionales de la galardonada jefa militar -acreedora de varias medallas- pueden haber pesado en la decisión. “Creo que su condición de experta en movilización y repostaje” aéreo también influyen, evaluó Ricks.
En todo caso, de lo que no se duda es de que la experiencia será toda una prueba. No sólo para la primera mujer que ejerce la supervisión del ataque, sino para Obama, el premio Nobel de la Paz que, súbitamente, optó por los misiles como argumento.
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