Redes sociales y revolución



Cambios en el mundo árabe. Revolución política. Revolución social. Levantamientos. El pueblo. El dictador. Manifestaciones. Discursos. Teléfonos móviles. Internet. Redes sociales. Revueltas. La revolución de Twitter (otra más). La revolución de Facebook. Todos y cada uno de los artículos y análisis sobre lo que está pasando en el mundo árabe hacen una mención obligada al papel de Internet en general y las redes sociales en particular.


Si Internet es responsable de la revolución. Si puede ser que ni Internet ni Twitter ni Facebook tuvieron nada que ver. No creo que ni una cosa ni otra sean verdad. Hay muchos errores en todo lo que se ha dicho y también grandes verdades. Pero empecemos por los extremos.

Evgeny Morozov escribió en Foreign Policy si esta revolución hubiera ocurrido sin Facebook ni Twitter. “Si la respuesta es que sí, entonces la contribución de Internet fue mínima; no hay otra forma de verlo”.

De su lado está Malcom Gladwell: “La gente con alguna dificultad siempre encuentra la manera de comunicarse con otros. Cómo decidan hacerlo es menos interesante, en realidad, que por qué quisieron hacerlo en un primer momento”.

Y en el bando contrario, los que apoyan el papel de las redes sociales en las últimas revoluciones. Para Clay Chirky, “hay pocos cambios sociales que ocurran sin la distribución y adopción de ideas y opiniones en la esfera pública. El acceso a la información es menos importante, políticamente, que el acceso a la conversación”.

Shirky acierta en este sentido. Ya hemos escuchado en muchas ocasiones que la conversación que tiene lugar en la red es sólo un reflejo de la que ocurre en la calle, en la cafetería, en el autobús. La diferencia es que ahora tenemos acceso a ella, lo que antes era privado ahora es público. Como si antes pudiéramos pinchar líneas de teléfono a nuestra elección. Y parece que los gobiernos que censuran el acceso a la red están de acuerdo. La prohibición de acceder a Internet y comunicarse en la red es la misma que antes negaba el derecho de asociación o reunión. O un añadido.

Como afirmaba en su libro Here Comes Everybody, “las herramientas sociales no crean acciones colectivas, simplemente eliminan los obstáculos de éstas”.

Stephen Balkman también incide en la importancia de las redes como plataforma de reunión y asociación. “Mientras que la relevancia de redes sociales como Twitter, Facebook y otras podría haber sido exagerada por muchos, es innegable que el uso de la Web para organizar y celebrar algunas de las protestas ha sido crítico.

Pero creo que es necesario seguir escuchando a los escépticos como Morozov. Sobre todo en una época en la que somos demasiado rápidos a la hora de sacar conclusiones y poco agudos a la hora de reflexionar. En toda conclusión deberíamos incluir una duda: puede que los protagonistas de las revueltas hubieran encontrado otra forma de organizarse sin Facebook. Es sólo una hipótesis y nunca sabremos la respuesta. Pero debemos considerarla.

Y antes de establecer definitivamente que las revueltas fueron tales gracias al poder de las redes sociales -ya sea poder de comunicación, difusión, organización o información-, merece la pena hacer otro matiz. Las redes sociales no significaron lo mismo para los egipcios que subían fotografías a Twitter que para el periodista que retrataba con ellas la última hora de El Cairo. El sistema de mensajes de voz creado por Twitter y Google no significó lo mismo para los egipcios que llamaban pidiendo ayuda que para la mujer canadiense que les daba las gracias por contar al mundo su revolución. Facebook no significó lo mismo para Gael Ghonim, que trabajaba desde 2008 -en contacto con el Departamento de Estado- para abrir Internet a todos los egipcios y organizar lentamente la oposición, que para el periodista que investigó su trayectoria y encontró en la red social una mina de información.

“Twitter y Facebook ayudaron, pero la gente no ha descubierto aquí una nueva realidad a través de las redes sociales”, afirma el escritor y activista egipcio Issandr el-Amranien una entrevista para la revista Wired. “Quizás el resto del mundo sí”.

Ninguno de los egipcios involucrados en las revueltas y con presencia en las redes sociales niega el importante papel de éstas. Pero nos hemos olvidado de una parte significativa de esta historia. La semana pasada, escuché el mensaje televisado del todavía presidente egipcio Mubarak. Se esperaba su dimisión. Pero no dimitió. Las reacciones estallaron en Twitter a la vez que en la plaza. Minutos después se esperaba la reacción de Obama. Al Jazeera conectaba con varios rincones del mundo para escuchar la opinión de los expertos. La avalancha de información parecía imparable. La duda de si salir de la oficina e ir a casa o no. La siguiente noticia me podía pillar entre un sitio y otro. Decido ir a casa. Obama todavía no ha hablado. Varias horas después y me pregunto ¿qué ha pasado? Muy poco.

“La realidad de los medios modernos es que Twitter, Facebook y otras herramientas de redes sociales pueden ser increíblemente útiles para difundir las noticias sobre la revolución y eso puede ayudar a expandir y finalmente conseguir ciertos efectos”, afirma Mathew Ingram.

Las redes sociales, en combinación con los medios de información tradicionales, nos han mantenido informados de todo lo ocurrido minuto a minuto. Pero esto no quiere decir que a cada minuto hubiera una noticia que mereciera la pena conocer, publicar y distribuir. La sensación era que sí. Las redes sociales, más allá de si facilitaron la revolución o no, sí contribuyeron a difundir ampliamente la información más relevante. Es para mí la doble cara de las revoluciones y las redes sociales, la capacidad de difusión de información para los que consumimos esa información, no sólo para los que la envían y comparten. La primera Guerra del Golfo nos sentó delante de los televisores para ver bombardeos en directo, casi coincidiendo con la hora del telediario. Las revueltas en Túnez y Egipto nos han pegado al ordenador.

A lo largo de la Historia, revoluciones como ésta han dado lugar a nuevos entornos mediáticos. En el caso de las revueltas en el mundo árabe, creo que hace tiempo que estamos inmersos en un nuevo entorno que combina medios tradicionales, redes sociales y ciudadanos. Pero merece la pena recordar como hace Michael Stephens, profesor de New York University:

“En la Francia del siglo XVIII, el Viejo Régimen controlaba la prensa: París sólo tenía cuatro periódicos en 1788. Pero el trabajo fue realizado por libelos y libros clandestinos -los nuevos medios del momento. Una vez que comenzó la Revolución, nuevos tipos de periódicos pudieron tomar el relevo. En París, en 1790, nacieron 335 periódicos”.

Tomado de: One Way Or Another En papel o en Internet. Periodismo y Nuevas Tecnologías

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